El Open
Hacerse nueve horas de coche para pescar ocho y volverse a cruzar la Cornisa Cantábrica cuando la previsión meteorológica se acerca a la Ciclogénesis Explosiva que hemos vivido un par de semanas después no tiene demasiado sentido a no ser que sumemos varios factores a esta ecuación que la igualen.
El pulpillo "a feira" tierno como sólo saben servirlo en el refugio de Ponte Olveira y las cervezas de tercio a precio razonable suman, pero poco. ¿Las capturas? Cuentan y mucho, más aún sabiendo que pescaríamos a seca y en las insuperables tablas del Xallas, pero tampoco le dan sentido a semejante esfuerzo, sobre todo sabiendo que tendríamos que pelear duro contra un fuerte y frío viento norte que en esta zona perjudica tanto la actividad de las truchas.
Entonces ¿Qué más nos queda? Nos quedan los amigos, el deseo de vivir pequeñas aventuras, el ganar, o al menos la satisfacción de haber redondeado alguna manga, el aprender (de todos se aprende, también de los "Figuras") y el compartir esos momentos que quedarán imborrables cuando ya hallamos olvidado capturas mejores de las mismas semanas pero carentes del caprichoso valor del "Dónde".
El compromiso es entonces el que eleva al segundo grado la ecuación revalorizando la incógnita y despejando el resultado.
Un compromiso con el río y con su defensa y protección, pese a que en boca de un pescador suene a contradicción. Compromiso con los que han luchado porque se respete un espacio natural acorralado por los embalses, los furtivos, los vertidos y la ignorancia. Compromiso, en definitiva con aquellos que de forma desinteresada luchan por la sostenibilidad de un recurso que es de todos con el problema de ser de ninguno.
Así que, en otras palabras, nos dimos la gran paliza en coche para pescar dos días bajo un temporal de lluvia y viento porque unos amigos que se están pegando de tortas con casi todo el mundo para salvar una de las joyas fluviales de Galicia organizan un concurso de pesca desde hace cuatro años como medio para llamar la atención sobre un problema que afecta ya por desgracia a todos los ríos y pescadores de España en mayor o menor medida.
Pesca
La cantidad de peces fue, como en los años anteriores, espectacular. Se capturaron no sé cuantos miles de peces a pesar de las inclemencias del tiempo y de que, según nos dijeron los guardas de la Hidrográfica, las truchas grandes no habían remontado todavía desde el embalse inferior debido a la sequía. Los que sí que habían remontado eran los "escuálidos" (cachos) que no respetaban ni una deriva de las ninfas y de vez en cuando tampoco de las secas.
También como en las anteriores ediciones la técnica estrella fue la mosca seca y después de un invierno de reservorios, intensivos y arco-iris la verdad es que apetecían unos lances y volver a controlar derivas incluso aunque no picaran.
Las imitaciones también fueron las de años anteriores: tricópteros grandes y efémeras pequeñas cuando aquellos fallaban bastaron. Si hacíamos algún cambio más era por relajar las muñecas doloridas de forzar contra el viento o por dar descanso a alguna postura antes de repetir el lance.
Los tramos, muy buenos e igualados (otro de los atractivos del escenario), incluso el 16 y el 17 no fueron tan superiores como otros años. El resto, organización, hotel, comidas, etc. sin tacha ninguna.
LAS MANGAS:
Como se esperaba el viento y la lluvia estuvieron presentes en cada manga, afortunadamente no fueron tan intensos como aseguraba AEMET. El frío se hizo notar en manos y pies hasta el punto de que Fernando el de Vitoria, mientras me controlaba el viernes a última hora, estuvo apunto de tirar al río mi diez pies para poder meterse las manos en los bolsillos. No lo hizo porque se le había terminado el tabaco mientras que a mí aún me quedaba algún pitillo con que negociar.
La actividad de los peces acusó tan brusco cambio de tiempo, de manera que apenas disfrutamos de las cebadas de otros años. Tampoco los tricópteros nos ofrecieron el espectáculo al que nos tenían acostumbrados con sus vuelos nupciales apelotonados en los prados para después dejarse caer en las raseras provocando un frenesí entre las pintonas, no obstante diversas efémeras y algunos tricos eclosionaban de vez en cuando para elevar nuestro ánimo y llenar el buche de los vencejos que con el temporal se vieron obligado a alimentarse a ras del río.
En estas condiciones la pesca no dio para mucho. Machacamos cada tramo buscando las truchas bajo los arbustos o entre los perejiles donde acechaban los insectos que el viento les trajera y dejando de lanzar o pescando de cruzado cuando el viento arreciaba. Como otros años pudimos comprobar algunos picos de actividad como si de repente se pusieran a picar en unos metros mientras que el compañero no veía nada apenas a unos metros. Los peces rechazaban con más frecuencia que en anteriores ediciones, subiendo escandalosamente a por la mosca pero sin tocarla para nuestra frustración y aunque cambiáramos mosca y bajo no daban segundas oportunidades.
Como siempre que se tiene la oportunidad de controlar a un buen competidor aprendimos mucho de todos a los que controlamos. Especialmente me llamó la atención ver pescar a Tejedor, con la seca, aguas abajo y pegado a las mimbreras. No es algo novedoso, la teoría nos la sabemos todos, lo interesante es saber sacar del baúl de los recuerdos un recurso en el momento adecuado, aplicarlo con confianza y obtener resultados, como así hizo el leonés. Lanzando a favor del viento lograba colocar con precisión al mismo tiempo que las derivas eran mucho más largas sacando peces donde pocos lo hubieran hecho lanzando corriente arriba. De su pareja, Martín, poco puedo decir, sólo que cuando me volvía para ver cómo le iba, lo veía inmóvil, en medio de la tabla, cómo si el viento no fuera con él, proyectando su seca apenas con un gesto de muñeca con la tranquilidad y confianza de los maestros de los ríos de llanura.
Pablo Castro también nos dio una lección (¡qué importante es saber competir con calma!): estuvo sus dos horas de manga hablando con nosotros de aquel viaje que hicimos al Test inglés y otras batallas y todavía tuvo tiempo de sacar una docena de truchas de medida, otras tantas pequeñas y sabe dios cuantos escallus. Era sorprendente ver el manejo que tiene llevando dos cañas, una metida en el váder, intercambiándolas sin perder segundo hasta el punto de que llegamos a pensar que acabaría lanzando y capturando con ambas cañas al mismo tiempo.
Controlar a Matilla también fue más que interesante, muchos afirman que pescar con ninfa al hilo "es como pescar a cebo y no tiene ningún secreto". Me gustaría que esos mismos intentaran lanzar, colocar y controlar la deriva de dos ninfítas diminutas a quince metros y lograran enterarse de las picadas. Matilla hizo todo eso y también metió los peces en la tomadera, lanzando limpiamente a distancia y con pulcritud, tan fino como si estuviera pescando a seca en una de sus badinas de Villamor y con un hilo tan fino que no se veía ni el nudo. Le vi desde lejos pelear con un buen bicho en la salida del colchón de la presa, durante varios minutos, pero finalmente lo perdió. Xanti que estaba a su lado me confirmaría que sin duda esa podía haber sido la pieza mayor del concurso ya que rondaba los 40 centímetros.
También controlamos a Kuki, uno de los que lleva más campeonatos a sus espaldas en Galicia y, como experto en la materia, me refiero a los ríos gallegos típicos, enmarañados y oscuros, nos enseñó dónde se esconden las a veces puñeteras truchas gallegas. Con una caña corta, de línea 3, se metió bajo la palera que cubría un gancho (en León significa brazo de río) de apenas unos metros para sacarle dos truchas de buen tamaño, pareciendo más un setter becadero en un zarzal que un pescador de mosca. Cuando le quedaban unos minutos para terminar la manga me obligó a volver a aquel agujero, madriguera de nutrias, para todavía sacarle una tercera y completar una buena plica.
Trofeos
Para no enrollarme más, mejor ved la clasificación y hacer cada uno sus conclusiones. Si nos buscáis, empezad siempre desde abajo.
Nuestra más sincera enhorabuena a los vencedores y a todos los demás porque ya solo el hecho de sobrevivir a este fin de semana es motivo de orgullo y satisfacción como diría aquel. Sólo queda terminar mencionando que nos alegró especialmente el magnífico Tercer Puesto de Rafa Bellas y Papito Vicente Picó y no sólo por lo bien que nos han acogido siempre (si no nos dan las moscas hace dos años no pescamos una) sino porque tratándose de dos personas muy mayores, rayando ya la senectud, con problemas para caminar por la orilla ya no para badear y no digamos ya empatar una mosca, el mérito es todavía más encomiable.
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Vídeo
Cenas
Fauna
Estábamos advertidos pero aún y todo me pareció increíble. Al entregar a mi control una trucha de unos 25 centímetros, enseguida exclamó “¡Está marcada! ¡Está marcada!” Pudiendo comprobar que había pescado mi primera trucha matriculada. No sé en que acabará esto… Dentro de mi tomadera se revolvía un pez en cuyo opérculo, bajo la mucosa, como si fuera su propia piel, había un rectángulo amarillo de unos milímetros donde podía leerse “A-94”. ¡ALUCINANTE! No era un “tag” de los que colocan a algunos salmones en la dorsal o algo parecido, se veía bajo la piel como un tatuaje. ¡Si en aquel momento se le hubieran encendido dos leds rojos en los ojos no me hubiera sorprendido más! En realidad se trataba de un estudio que están realizando sobre los desplazamientos de las truchas y su comportamiento para el que este concurso ha sido de gran ayuda aportando todos los datos de capturas por tramos y horas así como de ejemplares marcados. También han hecho análisis de algunos ejemplares grandes que aparecieron muertos siendo una bacteria proveniente de los purines la probable responsable.
Aquí vemos parte de la fauna que nos encontramos en el río y sus aledaños.
Mas información en los siguientes enlaces: